FRANK ZAPPA - El placer de incomodar

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Frank Zappa no fue para todos. Y eso le encantaba.

Algunos autodidactas y amantes de la contracultura lo veneran, pero no todos. Quizás, pese a su renombre, Zappa siga siendo patrimonio de una minoría: la del inconformismo. No demasiado erudito, tampoco estrictamente intelectual, siempre incómodo para cualquier etiqueta.

 

Su partida, hace más de treinta años, dejó un vacío difícil o quizás imposible de llenar. Pero, ¿por qué hablamos de contracultura? Porque su música y sus letras nunca buscaron adaptarse a cualquier oído. Frank Zappa tiene una palabra que lo define entre tantas otras: incorrección.

 

Con esta pequeña introducción presentamos el episodio dedicado a Zappa, centrado en una trilogía particular: el año del debut de Steve Vai, 1981.

Sus vidas se entrecruzan cuando Vai, que rondaba los 18 años, le envía unas cintas grabadas. Zappa queda impresionado y el joven Steve comienza haciendo transcripciones para él. Dos años después se suma a la banda y sale de gira. Aquella colaboración duró hasta 1983.

 

Su vida artística fue una amalgama de influencias tan dispares como fascinantes: la música de vanguardia de Varèse, Stravinsky y Webern; el rhythm and blues de los 50 de Johnny “Guitar” Watson y Howlin’ Wolf; y el jazz.

Con una obra ajena a los cánones, poco amable para oídos cómodos y letras tan filosas como marginales, Frank Zappa se convirtió en un ícono de la incorrección.

 

Tal vez esa fue su mayor lección: que el arte no debe ser amable, sino honesto. Y Zappa lo fue y lo seguirá siendo.